🌿 Un amanecer sin niebla

La mente humana es un caldero de pensamientos: unos claros, otros turbios, algunos apenas son vapores de lo que fuimos o lo que tememos ser. Cuando despertamos, a menudo nos enfrentamos a una danza desordenada de voces, compromisos, recuerdos, tareas y sombras. Por eso, la claridad mental no es solo un lujo: es una necesidad alquímica. Y este ritual, con la infusión Magia Amarilla, es una forma de invocar la lucidez como quien convoca al sol desde la oscuridad.

En el arte de la alquimia personal, la mañana es el crisol. Todo lo que entra en ella se transforma. Y cuando comienzas el día encendiendo una vela amarilla —símbolo del intelecto, del fuego interno, del tercer chakra y del despertar solar— estás invitando a tu mente a volver a casa, a centrarse, a mirar desde lo alto con la perspectiva de un halcón.

Magia Amarilla es una infusión que parece haber sido creada por los antiguos herboristas para los sabios y los caminantes. Su fórmula une el poder cálido del jengibre, la dulzura solar del hinojo, el frescor del limón y la profundidad del regaliz, todos ellos ingredientes con acción digestiva y clarificadora, tanto a nivel físico como energético.

Ingredientes mágicos (según tu documento de ingredientes):

  • Jengibre

  • Hinojo

  • Limón

  • Regaliz

  • Anís

  • Menta

Dosis ritual: 2 gramos por 200 ml de agua.

Temperatura del agua: 100 °C.
Tiempo de infusión: 5-10 minutos.

Mientras el agua alcanza el punto de ebullición, respira profundamente tres veces. Si puedes, hazlo mirando por la ventana, al este, donde el sol comienza a levantar su rostro. Cada respiración profunda es una llave que abre un cerrojo mental. Si lo deseas, escribe en tu diario cómo te sientes antes del ritual. No hace falta ser elocuente: basta con ser honesta.

Una vez tengas la infusión en tu taza, añade una intención: «Hoy elijo ver con claridad. Hoy me libero del ruido. Hoy soy canal de luz.» No es necesario pronunciarlo en voz alta, pero si lo haces, mejor. El sonido refuerza la vibración. Luego, enciende la vela amarilla.

Siéntate frente a ella, con la taza en las manos, e inhala su aroma como si te bebieras el alma de las plantas. El jengibre avivará tu fuego interno. El hinojo limpiará las marañas. El limón será como una caricia ácida que despeja la somnolencia. Y la menta… ah, la menta… será tu aliada para abrir ventanas en las habitaciones cerradas de tu mente.

Ahora escribe. No pienses, no edites, no juzgues. Escribe como si tu pluma fuese una varita y el papel un mapa estelar. Escribe una afirmación, una frase que sea tu guía para el día. Puede ser algo simple como:

  • “Soy orden dentro del caos.”

  • “Mi mente es clara como el agua.”

  • “Nada me nubla, nada me arrastra.”

O puede ser una pregunta que te abra puertas:

  • “¿Qué pensamiento puedo soltar hoy?”

  • “¿Qué idea merece ser sembrada?”

  • “¿Dónde está mi foco real?”

Este momento de escritura es tan esencial como la infusión misma. Porque la claridad no es un accidente: es una decisión. Es un acto de alquimia diaria que empieza por el cuerpo, pasa por el aliento, llega al pensamiento… y se proyecta en tus acciones.

Te recomiendo que dediques al menos 20 minutos a este ritual. No mires el reloj. Déjate guiar por el ritmo de tu respiración, por la quietud de tu mente que se va asentando como la espuma en el borde de la taza. Si la mente se distrae —y lo hará—, regresa al aroma del té, al calor en tus manos, al latido de la vela. Vuelve una y otra vez como el sol vuelve cada mañana.

Y si el día se vuelve ruidoso, si el torbellino te arrastra, recuerda este instante. Recuérdate bebiendo claridad. Escríbelo de nuevo si hace falta. Guarda una ramita de hinojo seco en tu bolsillo como talismán, o pon una rodaja de limón en tu botella de agua para conectar con este ritual mientras trabajas.

Porque no basta con comenzar el día: hay que recordarlo. Y este ritual es eso: una semilla de sol en medio del campo de tus pensamientos.


🌞 La luz que perdura

La claridad mental no es una meta alcanzable y permanente, sino un estado que se cultiva como un jardín. El ritual con Magia Amarilla no termina al vaciar la taza ni al apagar la vela. Continúa en el modo en que eliges tus palabras al hablar. En la forma en que priorizas tareas. En la decisión de decir “no” a lo innecesario y “sí” a lo esencial.

Quizás ese día tengas una conversación importante, o debas tomar una decisión. Quizás necesites estudiar, escribir, trabajar con números o simplemente organizar tus ideas. Llevar dentro el eco del jengibre y del limón es tener un aliado secreto. Te proporciona no solo digestión física, sino digestión mental: esa capacidad de descomponer lo complejo, asimilar lo útil y soltar el resto.

Desde la perspectiva de la alquimia interior, el color amarillo corresponde al azufre, el principio activo, el alma solar. Y el tercer chakra, el plexo solar, es su manifestación física: ahí donde se asienta la voluntad, el poder personal, la capacidad de acción. No es casual que muchos trastornos mentales y emocionales vengan acompañados de problemas digestivos, ni que el sistema nervioso se altere cuando el estómago está en guerra.

Por eso, preparar esta infusión cada mañana no es simplemente “beber té”, sino armonizar tu fuego interno. Un fuego que no quema, sino que ilumina. Que no arrasa, sino que orienta. Y si lo haces acompañada de una vela amarilla y una afirmación escrita a mano, lo estás elevando a un acto ceremonial que el cuerpo y el alma reconocen como medicina.

Puedes reforzar este ritual con una pequeña piedra de citrino o ojo de tigre junto a tu diario. Puedes colocar flores amarillas en tu espacio de trabajo o escuchar música en tonos agudos que despierten tus centros mentales. Todo suma en esta sinfonía de claridad.

Si un día no puedes hacerlo completo, al menos prepara la infusión. Bébela de pie, mirando al cielo. No renuncies a tu dosis de sol líquido. Aunque sea breve, es tu alquimia.

Y si hay días oscuros —porque los habrá—, puedes volver a esta práctica como se vuelve a un faro. Recuerda que la claridad no significa ausencia de dudas, sino presencia de intención. No es saberlo todo, sino tener el coraje de mirar con ojos abiertos, sin miedo a lo que se ve.

Magia Amarilla no te dará respuestas, pero te hará las preguntas adecuadas. No eliminará los problemas, pero te dará luz para atravesarlos. No pondrá orden en el mundo, pero ordenará tu mirada. Y eso, amada alquimista, lo cambia todo.

Porque cada amanecer merece un conjuro.
Y cada mente clara es una revolución silenciosa.

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